Hoy hace una semana que fue la fiesta de la guardería de mi pequeña Adri y os tengo que confesar que este año fue diferente a otros por muchos motivos.
Primero porque ya es la última fiesta que asisto ya que el año que viene ya van las dos hermanas al cole y sin querer me vinieron muchos recuerdos de estos tres años …Aún recuerdo cuando dejé a Carla en la guardería estando embarazada de Adriana. No fue fácil pero también era necesario, pues estaba preparando todo lo que conlleva crear una empresa, producto, estudio de mercado, etc.; reconozco que hubiera sido imposible emprender sin haber llevado a las pequeñas a la guardería y así poder conciliar.
Hubo unos meses que al dejar a la mayor en la guardería pude ayudar y estar con mi padre en esas mañanas de verano en el hospital, recuerdo la atención que tuvieron conmigo porque estaba rota por dentro.
Y cómo no acordarme cuando lanzamos el año pasado nuestro Iberpin, qué puedo decir de su apoyo porque es justo en los comienzos cuándo más apoyos necesitas. Estuvieron siempre ahí. Recuerdo a Laura en su mesa con su caja de diferentes modelos de iberpin…eso no tiene precio.
Sobre todo el cariño y simpatía que siempre han demostrado con nosotros y la paciencia infinita que habéis tenido con mis pequeñas. Por eso no dudé cuándo propusieron este año actuar para los peques, jamás pensé que iba a actuar para otros padres (me moría de la vergüenza) pero mereció la pena porque compartir con otros padres y abuelos ese sentimiento de amor por nuestros pequeños me hizo sentirme muy feliz viéndoles la carita que ponían de asombro y alegría al escuchar el cuento. Creo que fomentar esa relación entre padres y “seños” es fundamental desde edades tempranas y que entre todos colaboramos en el crecimiento personal de los niños.
Qué decir de lo que se vivió en la fiesta de la guarde, madres y padres quisimos regalar una placa agradeciéndoles la labor educadora que realizan con los más pequeños y os puedo garantizar que fue muy especial. Muchas emociones, a muchos nos saltaron las lagrimillas por el valor que realizan. Desde que un padre o una madre deja al pequeño a su cuidado, deposita en ellos una confianza ciega y total y me han demostrado en estos tres años que ha sido un gran acierto. Porque han aprendido ya no sólo sus primeras palabras sino lo que conlleva estar en comunidad, compartir, cuidar de un amiguito…en resumen, han aprendido a amar fuera de su círculo familiar, el valor de la amistad desde que son pequeños. En conclusión, hacerles unas pequeñas “grandes” personas.
Por eso doy las gracias a todas: Seño Naty, Seño Noe, Seño Paola, Seño Laura, Seño Tamara, Seño Reyes, Seño Pepi, Seño Tati y María José ( mis pequeñas han comido siempre genial gracias a las comidas ricas que preparas).
Siempre estaréis en mi corazón porque gracias a vosotras habéis ayudado a crecer a esta familia.